Se trata de una caminata sencilla, pero a pesar de ello las vistas que vamos a descubrir son bastante fuera de lo común ya que, aunque estar a 1200 metros no parece nada espectacular, estarlo pegado a la costa noroeste sí que lo es.
- Lugar: Roque Faneque (Tamadaba)
- Estación: Verano
- Dificultad: Media ooo
- Tiempo: Día completo 2-3 horas
- Equipo y mochila: Unas buenas deportivas, crema solar, mucha agua (quizá incluya alguna anécdota que explique nuestra insistencia en ella), comida y una gorra.
- Ruta: Ver mapa más grande
Uno de los problemas que tendremos, es dónde dejar los coches. Nosotros llevamos únicamente 2 y los aparcamos a un lado de la carretera, donde había un poco de tierra. Realmente nunca habíamos ido y estábamos un poco perdidos, sin embargo es fácil, el roque lo veremos desde cualquier posición de la carretera, así que, lo único que debemos hacer es dirigirnos en línea recta hacia él.
Tendremos que bajar unos metros hasta encontrarnos con un cartel que nos indica el comienzo del camino. Una vez lo encontremos, sólo hay un camino de ida. La ida se hará bastante rápido ya que es cuesta abajo casi todo el camino. Ya al volver valoraremos todo lo que habíamos caminado.
Hay una primera parada señalizada con un pequeño pivote blanco, aquí las vistas son excelentes y, como hemos adelantado, veremos toda la costa norte, Agaete, Guayedra, el barranco de La Palma, el Risco y otros. Aquí se quedó parte del grupo con el que hicimos la caminata. Nosotros seguimos hasta llegar a lo que algunos llaman el Paso del Gigante. Es un pequeño dedo de tierra que sigue hacia el mar pero ganando altura. Llega un momento que esta extensión de tierra se corta bruscamente para, unos metros más alante, reaparecer y seguir ascendiendo por un poco. Aquí tuvimos que quedarnos porque habrían hecho falta algunas cuerdas para atravesar este paso del Gigante. La foto de uno de nosotros observando la costa está hecha desde el punto más extremo, pegados al corte de tierra. Para saber que vamos bien hacia este extremo, encontraremos un árbol enorme caido que, a pesar de estar totalmente tumbado, sigue verde como si del más fuerte se tratara ya que sus raíces siguen en tierra.
Si habíamos dicho que las vistas en el primer mirador eran impresionantes, desde aquí eran sobrecogedoras. Tenías a tus pies un cuarto de la isla y una extensión de océano Atlántico vastísima. A más de un aficionado al paracaidismo le hubiese gustado saltar desde este punto.
La vuelta es por el mismo camino, eso sí, ahora es cuesta arriba y, si hemos ido en verano con un sol de justicia así que: ¡Llevar mucha agua!. No insistimos de forma machacona por placer, aquí tuvimos el primer sustillo y alguno pudo comprobar toda la teoría que habíamos visto en clase de deshidratación.
Fotografías: (Clic para ampliar)
Tendremos que bajar unos metros hasta encontrarnos con un cartel que nos indica el comienzo del camino. Una vez lo encontremos, sólo hay un camino de ida. La ida se hará bastante rápido ya que es cuesta abajo casi todo el camino. Ya al volver valoraremos todo lo que habíamos caminado.
Hay una primera parada señalizada con un pequeño pivote blanco, aquí las vistas son excelentes y, como hemos adelantado, veremos toda la costa norte, Agaete, Guayedra, el barranco de La Palma, el Risco y otros. Aquí se quedó parte del grupo con el que hicimos la caminata. Nosotros seguimos hasta llegar a lo que algunos llaman el Paso del Gigante. Es un pequeño dedo de tierra que sigue hacia el mar pero ganando altura. Llega un momento que esta extensión de tierra se corta bruscamente para, unos metros más alante, reaparecer y seguir ascendiendo por un poco. Aquí tuvimos que quedarnos porque habrían hecho falta algunas cuerdas para atravesar este paso del Gigante. La foto de uno de nosotros observando la costa está hecha desde el punto más extremo, pegados al corte de tierra. Para saber que vamos bien hacia este extremo, encontraremos un árbol enorme caido que, a pesar de estar totalmente tumbado, sigue verde como si del más fuerte se tratara ya que sus raíces siguen en tierra.
Si habíamos dicho que las vistas en el primer mirador eran impresionantes, desde aquí eran sobrecogedoras. Tenías a tus pies un cuarto de la isla y una extensión de océano Atlántico vastísima. A más de un aficionado al paracaidismo le hubiese gustado saltar desde este punto.
La vuelta es por el mismo camino, eso sí, ahora es cuesta arriba y, si hemos ido en verano con un sol de justicia así que: ¡Llevar mucha agua!. No insistimos de forma machacona por placer, aquí tuvimos el primer sustillo y alguno pudo comprobar toda la teoría que habíamos visto en clase de deshidratación.
Fotografías: (Clic para ampliar)
Saludos
Pablo C. y Eliú D.
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